yoga en el campo

¿Cuántas veces has dicho ya «el lunes me pongo a comer sano y a hacer ejercicio» y luego no te ha durado ni hasta el martes? Establecer una rutina de yoga (o de cualquier otra cosa »sana») puede parecer a veces un imposible. Todos nos vamos a dormir con la cabeza llena de convicciones, de nuevos hábitos con los que empezaremos mañana, que luego se esfuman cuando entramos en una especie de círculo repetitivo que nos atrapa. Lo achacamos a la falta de fuerza de voluntad y nos resignamos y nos quedamos viendo Netflix mientras comemos palomitas. 

A todo el mundo le pasa en mayor o menor medida: es difícil crear nuevos y buenos hábitos (aunque parece que los malos, como las adicciones, no son tan difíciles de crear). Esto es debido a que en nuestro cerebro, las rutinas son algo así como caminos ya trazados, mucho más fáciles de seguir que caminos que no se han recorrido nunca.

De todos modos, sí se puede cambiar y sí se pueden adquirir nuevas rutinas, o dejar atrás las viejas.

eka pada rajakapotasana

Un cambio de aires o un comienzo sosegado

Antes de lanzarme de cabeza a explicarte cómo puedes ir introduciendo el yoga en tu vida, tengo que pararme a mencionar las dos formas que a mí, de forma general, me han hecho cambiar hábitos de forma radical y con las que quizás te sientas también identificada. 

Las veces que he cambiado de país, que mi estilo de vida ha sufrido una transgresión radical (irme de ERASMUS, vivir en Indonesia por unos meses…) he introducido cambios en mi rutina con una facilidad pasmosa. Y lo cierto es que al cambiar de ambiente, de contexto, estamos cambiando nuestra rutina diaria de una forma que nos permite modificar también otras conductas fácilmente

Por ejemplo, cuando estuve estudiando en Irlanda del Norte, me hice vegetariana y no me costó nada continuar con mi determinación incluso mucho después de haber dejado el país.

Otro método que me funciona bastante eficazmente para superar la procrastinación y empezar a hacer todas esas cosas que siempre he querido (y, de hecho, es cómo empecé a hacer yoga) es simplemente no preocuparme y hacer la actividad simplemente cuando a mí me apetece. Así, poco a poco, voy introduciendo aquello que me gusta en mi vida, pero a gusto y sin falsas expectativas. No hay que tener la sensación de que se está forzando una actividad, sino que, con calma y a gusto, se introduce paulatinamente en nuestra vida diaria, hasta que parece que lo hemos hecho siempre.

Todo esto está muy bien, pero, ¿cómo puedes tú empezar a hacer yoga semanal o diariamente? Como para todo en la vida, no hay una clave o secreto infalible para ello, pero con ganas, y siguiendo los trucos que te dejo a continuación, en unos meses puedes haberte convertido en toda una yogui.

Las claves esenciales para empezar a practicar regularmente… y no dejarlo

Hazte con todo lo necesario

Vale, es cierto que yo soy partidaria de que para hacer yoga, sólo necesitas un cuerpo y un trozo de suelo, de que la práctica no está sujeta a cosas materiales. Pero muchas veces ayuda el hecho de adquirir el material necesario para ello, quizás porque te haga comprometerte un poco más. No hace falta que te dejes el sueldo. Yo, por ejemplo, empecé a hacer yoga con un mat (o esterilla) de 10€ y unos leggins y un sujetador deportivo que ya tenía.

Valora tu caso: ¿tienes un montón de ropa para hacer deporte? Elige uno o dos conjuntos y desígnalos como tu ‘’uniforme’’ de yoga. Si crees que no tienes nada que te pueda servir, mira bien: la ropa holgada y cómoda es una opción más que viable. Se puede hacer yoga hasta en pelotas, pero si no te va el nudismo, y tampoco te sirve lo anterior (aunque, mira bien en tu armario, la alternativa más sostenible es siempre usar algo que ya tienes), seguro que puedes encontrar ropa cómoda, adecuada al estilo de yoga que quieras practicar y económica en un sinfín de lugares.

Aunque se puede hacer yoga en el suelo, ya sea el de tu habitación, sobre el césped del parque más cercano o entre la fina arena de la playa, tener un mat nos ayuda a centrarnos. Lo dicho, hoy en día se venden esterillas por lo que vale un café… y también las hay por cientos de euros. Eso es algo que tienes que valorar tú, pero recuerda: un mat más caro no te va a hacer mejor yogui.

Después, puedes adquirir también bloques o cinturones, para poder ajustar las posturas. Yo no suelo usarlos, ya que me gusta ir desarrollando las asanas al ritmo de mi propio cuerpo y ajustarme sin elementos externos. Aun así, a mucha gente le son útiles y pueden ayudar a la corrección y comodidad de algunas posturas sobretodo en estilos pausados como el yin. De todas formas, un cojín o una manta que ya tengas por casa pueden hacer las veces de bloque y cinta.

Busca tu oasis, tu lugar de calma.

Elige el lugar en el que vas a practicar y mentalízate de que ese lugar es para practicar yoga y nada más que para eso. Siempre digo que el yoga es algo que se puede llevar a cualquier parte, pero a la hora de establecer una rutina es bueno tener marcado mentalmente un lugar concreto para ello. Es igual que tener un escritorio designado para trabajar o estudiar, ayuda a la mente a asociar ese lugar con la práctica.

Ese lugar puede ser un rincón de tu habitación, el jardín, tu gimnasio o incluso un estudio de yoga al que acudas. De cualquier forma, sobretodo al principio, procura que sea un sitio libre de ruidos u olores nocivos y, en la medida de lo posible, que inspire calma. Todo esto lo puedes conseguir por ejemplo con incienso y/o con música ambiental. 

Ponte una hora concreta y no te la saltes 

Elige una hora y comprométete contigo misma. Para ello puedes crear un ritual que te haga sentarte y ponerte a practicar en ese momento, aunque sea por unos minutos. Un ejemplo de esto puede ser ponerse a practicar por las mañanas al despertar, o antes de ducharte, después de ir a correr…. En definitiva, asócialo a algo que ya hagas. 

Igual que no te saltas el desayuno, procura no saltarte este momento del día, que también es tu momento (y si eres de los que se salta el desayuno… déjame decirte que muy mal, es fabuloso que una de las primeras cosas que haces en tu día sea nutrirte).

La opción fácil es simplemente apuntarse a un estudio de yoga con un horario concreto y predeterminado. No te hará tener una rutina en casa, pero probablemente te ayudará a introducir el yoga en tu vida y a aprender las bases de la mano de gente experta (aún así, no te conformes con cualquier profesor: a ellos también habría que ponerlos a prueba).

Aún así, si un día faltas, no te martirices ni tires la toalla por ello.

Esa actitud de ‘’bueno, hoy no me he puesto, ya empezaré con mi rutina el lunes que viene/el mes que viene/en enero’’ está prohibida. Si cualquier día fallas por cualquier motivo (y esto se aplica sobretodo al principio) no te desanimes y pienses que tu rutina ya está rota y que todo ya de igual, que ya »empezarás» con ello en otro momento.

La actitud correcta es continuar el martes, aunque el lunes falles. De este modo cambias de mentalidad: no es que hayas roto tu rutina, sólo has descansado un día de ella y no pasa nada.

Deja de leer esto y ponte ya

Aunque sean diez minutos. De hecho, mejor si empiezas poco a poco: para establecer una práctica habitual no es necesario ponerse una hora, muchas veces basta con ponerse a hacer algunos estiramientos y meditaciones por unos minutos al día

Ya sabes, la falta de tiempo no es una excusa, diez minutos a primera hora de la mañana, o a última hora de la tarde, los tiene todo el mundo y son la mejor forma de empezar o acabar el día. Ya verás que con el tiempo, tu propio cuerpo te irá pidiendo que incrementes esos diez minutos y crearás una rutina que se mantendrá sola.

Puedes empezar por ejemplo con las clases completas y gratuitas del canal de Yoga en la Mochila.

Namaste!

Categories:

Tags:

No responses yet

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *